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BIOGRAFÍA DE ISAAC
RONDÓN
Isacc Rondón nace un 24 de julio, Su infancia
transcurrió en el sector La Verdosa de su pueblo natal, en la salida hacia
Santa María de Ipire, que para entonces tenía una fisonomía de característica
rural, muchos de sus habitantes habían emigrado del campo hacia la ciudad.
“Nos criamos comiendo mango, viendo a mi papá tocando, a mis
hermanos ensayando y enamorándose de la música. Mientras mis primos estaban
jugando carrito, jugando pelota, mis hermanos estaban ensayando y ahí estaba
yo, pegado del cuatro de Ignacio, de Alejandro y Pablo César”, sus hermanos
mayores, cantautores reconocidos nacional e internacionalmente. De ellos, Pablo
César, desgraciadamente, murió en un accidente de tránsito a temprana edad, en
plena efervescencia de su carrera artística.
Son nueve hermanos. Seis varones y tres hembras. Cree que el
don de la música es una virtud natural. Desde que tiene uso de razón le llama
la atención. “Mi papá, Isaac María Rondón, ya fallecido, tocaba mandolina,
acordeón, guitarra con ritmo de joropo, cuatro y echaba sus cantaítas cuando
estaba emparrandao. Uno de sus músicos fue mi abuelo, Pablo González. Tocaban
en las parrandas en esos caseríos. También tocaba con otros músicos como Pedro
Chacare, un personaje muy conocido en Pariaguán, al que queremos mucho, fue su
compañero de parranda de toda la vida”. Sus hermanos lo ponían a cantar para
ellos reírse y echar bromas.
Participó en los festivales escolares. Representó al municipio
Miranda en Aragua de Barcelona. Ocupó el primer lugar con un zumba que zumba,
que se llama “El parrandero”, letra de Ignacio Rondón. “Los años pasaban y yo
seguía enamorándome de la música. Conocí a la familia Bastidas, recién mudada a
Pariaguán. Tenía yo como nueve años. Como mis hermanos se fueron a crecer como
artistas, me quedé con los Bastidas, Simón, cantante y compositor; Luis
Bastidas “topacio”, arpista y Vítico, que es de mi edad. Simón nos daba clases
a los dos, y Vitico decidió irse por la música y yo por el canto. Le agradezco
mucho a Simón Bastidas, que fue mi maestro. Me dio unos tics para que cantara y
mis hermanos me orientaron para escribir las letras y hacer mejores canciones”,
comenta.
Amor cimarrón:
Tuvo la oportunidad de viajar a Caracas, después de formar un
tiempo parte del conjunto de Luis Bastidas. Allá fue artista de planta en el
restaurante el Rucio Moro y otros locales nocturnos de la capital. También lo
hizo en Barcelona, en Las Tres Topias y El Caney. En El Tigre, en La Talanquera
y Carne en Vara Don José. Así anduvo matando tigres, al mismo tiempo que
festivaleando. En el 2002, representando al estado Lara, ganó el primer lugar
en el renglón pasaje, de la Panoja de Oro en Valle de La Pascua, con el tema
“Requisitos de un llanero”, de su inspiración. “De allí, un día, como a las
once de la mañana, estaba yo cantando y ensayando con músicos amigos en el
Rucio Moro, en Caracas, y otro amigo llamado Enrique Linares, me dijo: Cónchale,
están buenas esas canciones, vamos a hacerte un disco. Pero yo no tenía plata.
Pero me dijo: Yo estoy montando un estudio de grabación. Lo estaba montando en
una pensión, diagonal a la avenida Baralt. Así fue que grabamos la primera
producción titulada “Amor cimarrón”. Él hizo el
Papeleo y registró el sello Tato Records. Grabé con el
conjunto del maestro Oscar Ybirmas. Todas las composiciones mías”. Posterior,
se viene a trabajar al estado Anzoátegui. Se radica en Pariaguán y grabó una
segunda producción “Amor sin palabra”, también con Oscar Ybirmas. Igualmente,
todas las canciones le pertenecen.
Sobre el disco nuevo:
Su
tercera producción titulada “Esclavo del amor” con la gente de Guanipa
Producciones. Desde el 28 de marzo arrancaron una gira nacional de promoción
que incluye prensa, radio, televisión y páginas web y está previsto realizar
videos de los temas promocionales. “Esclavo del amor” está compuesta de 10
canciones, también todas de su propio “conuco”. Allí incluye una letra con
arreglos de periquera con pajarillo en la que nombra a Baltazar Leal, ya
fallecido hace tres años. “Ese señor enseñó muchas de las labores del campo y
de allí viene parte de la inspiración de componer canciones criollas. Nombro a
mi padre, a Pablo César Rondón, a mi hermana María, todos ya fallecidos. Es un
pequeño homenaje a personas que les guardo mucho cariño y que siempre voy a
recordar y hablo un poco de mi trayectoria musical”.
Angelitos guardianes:
En la
conversación aprovechó, aprovechó para recordar también a grandes cultores de
la música llanera en Pariaguán, como al maestro Rafael Lugo, que en los
festivales escolares prestaba su casa, sus estudios, sus instrumentos junto con
el maestro Alí Aular para ensayar a todo ese lote de muchachos que iban
participar. También al profesor Cheo Flores, que fue partícipe de la carrera de
muchos cantantes. Ya está jubilado. “Son personas que son como unos angelitos
que siempre apoyaron y velan por uno. Uno siempre se acuerda de ellos aunque no
compartamos casi, pero uno los lleva en sus mejores sentimientos, porque no hay
que ser mal agradecido”, dice.
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